Autoevaluación del trabajo de OVE: 2001-2010

Fecha
Apr 2011
Esta autoevaluación fue preparada por la Oficina de Evaluación y Supervisión (OVE) en respuesta a un pedido de los Directores Ejecutivos para respaldar el trabajo del Panel de Revisión Independiente, al cual se le ha encargado la realización de una revisión independiente externa de la función de evaluación en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Durante sus 10 años de existencia, OVE ha producido un volumen sustancial de trabajos de evaluación, que incluyen 47 evaluaciones de programas de país, otros 98 documentos de la serie "RE" que se envían al Directorio para su consideración, 27 informes de evaluación para el FOMIN, la CII y el Fondo Especial Japonés y 65 informes técnicos y documentos de trabajo. OVE ha establecido procedimientos formales para el control de calidad de sus evaluaciones, basados en el examen por homólogos, tanto internos como externos, de los documentos enviados al Directorio. La calidad de los datos disponibles varía a través de los distintos estudios de evaluación y algunos logran movilizar mejor información empírica que otros. Los comentarios sobre la calidad de los documentos de OVE registrados en las actas de deliberaciones del Directorio son favorables en su inmensa mayoría. En una amplia gama de temas, OVE ha emitido informes que cuestionan la base empírica de las afirmaciones prevalentes hechas con respecto a la pertinencia, eficiencia, eficacia, impacto y sostenibilidad de las intervenciones del Banco en la región. Dichos cuestionamientos en ocasiones han generado controversias, pero en términos generales la opinión de OVE es que tales controversias han sido útiles para la institución en la profundización de la reflexión y la apertura de nuevas posibilidades. Al reflexionar sobre el futuro de la función de evaluación en el BID, esta autoevaluación destaca el papel que una OVE independiente, cuestionadora y centrada en los aspectos empíricos puede desempeñar en generar oportunidades de cambio y mejora institucional. Si bien hay claras oportunidades de mejora en el trabajo de la Oficina (entre otras, un mayor alcance, recomendaciones más explícitas y susceptibles de ser puestas en práctica, y normas de calidad explícitas y medibles para el trabajo de evaluación), su papel institucional esencial de desafiar la complacencia merece preservarse.