Panorama de las transferencias monetarias no contributivas en América Latina y el Caribe antes y después de la pandemia de COVID-19

Fecha de emisión
Mayo 2025
Tema
Protección Social;
Pobreza;
Encuesta de Hogares;
Pandemia;
Pensión No Contributiva;
Ingreso Suplementario;
Adulto Mayor;
Transferencia Condicionada de Efectivo;
Coronavirus;
Población Vulnerable
Código JEL
I38 - Government Policy • Provision and Effects of Welfare Programs
Categoría
Resúmenes de Políticas
La pandemia de COVID-19 alteró el panorama de los programas de transferencias monetarias no contributivas en América Latina y el Caribe. Los gobiernos de la región recurrieron ampliamente a las transferencias monetarias para apoyar a los hogares y a las personas durante la crisis. Utilizando datos estandarizados de encuestas de hogares de 13 países, examinamos los cambios en la proporción de la población cubierta por transferencias monetarias entre 2019 y 2022. Nuestros hallazgos muestran que, tras la crisis, el porcentaje de personas cubiertas por transferencias monetarias no contributivas fue superior en 7,6 puntos porcentuales al nivel previo a la pandemia, lo que representa un aumento relativo de aproximadamente el 30%. El valor promedio mensual per cápita de la transferencia casi se duplicó, al pasar de US$33 a aproximadamente US$62 (PPA 2017). Los programas de transferencias monetarias alcanzaron al 33,2% de la población total, es decir, alrededor de 180 millones de personas, frente a los 135 millones antes de la pandemia. Esta expansión se debió al aumento de la cobertura en zonas urbanas, a los esfuerzos específicos para llegar a la población de mayor edad y a la implementación de transferencias monetarias no condicionadas en lugar de otros tipos de programas. A pesar de esta expansión, persiste una brecha significativa de cobertura entre los más pobres: el 31,4% de las personas que viven con menos de US$3,65 al día siguen sin estar cubiertas (mientras que las transferencias se han ampliado entre los grupos de mayores ingresos). La región aún enfrenta el desafío de desarrollar sistemas más flexibles y adaptativos, incluso para responder ante choques. Enfrentar este desafío requiere redoblar esfuerzos para crear bases de datos integrales e interoperables que permitan mejorar la cobertura, especialmente entre quienes más lo necesitan. También exige establecer mecanismos que faciliten una entrada y salida más ágil de los programas existentes, con el fin de responder mejor al carácter dinámico de la pobreza y la vulnerabilidad.
NO