Educación técnico profesional en Chile
Fecha de emisión
Mar 2015
El rol del capital humano como motor de desarrollo productivo y crecimiento de los países es uno de los temas más estudiados en ciencias sociales. El consenso es amplio: la educación, entendida como el proceso continuo de adquisición de habilidades y/o capacidades, determina la productividad de los trabajadores, sus niveles de ingresos, y en último término, el nivel agregado de bienestar de la sociedad. Una población mejor formada aumenta la capacidad de innovación de una economía, agilizando el desarrollo de nuevas tecnologías y productos, y facilitando también la difusión de conocimientos para adoptar nuevas tecnologías desarrolladas por terceros (Bassi, Rucci y Urzúa 2013). Por estos diversos canales, mayores niveles de capital humano
individuales se traducirían en mayores niveles de crecimiento y desarrollo económico. Más aún, la evidencia reciente enfatiza que son las habilidades de las personas y la calidad de éstasno necesariamente los años de educación- las que explican una parte significativa de la variación del ingreso per cápita de los países (Hanushek et al 2015).
El sistema de educación superior chileno ha realizado una expansión importante en los niveles medio superior y superior durante las últimas décadas. La tasa de graduación de educación secundaria superior ha tenido un aumento dramático pasando de 46% en 1995 a 83% en el 2011, el
promedio de países de la OCDE.
individuales se traducirían en mayores niveles de crecimiento y desarrollo económico. Más aún, la evidencia reciente enfatiza que son las habilidades de las personas y la calidad de éstasno necesariamente los años de educación- las que explican una parte significativa de la variación del ingreso per cápita de los países (Hanushek et al 2015).
El sistema de educación superior chileno ha realizado una expansión importante en los niveles medio superior y superior durante las últimas décadas. La tasa de graduación de educación secundaria superior ha tenido un aumento dramático pasando de 46% en 1995 a 83% en el 2011, el
promedio de países de la OCDE.